miércoles, 19 de marzo de 2008

Valoración a la Mujer de nuestra sociedad

«La aportación de la mujer en nuestra sociedad merece una alta valoración»
Saludo del presidente de los obispos chilenos en el Día de la Mujer
SANTIAGO DE CHILE, miércoles, 12 marzo 2008 (ZENIT.org).- El presidente en ejercicio de la Conferencia Episcopal de Chile, monseñor Gonzalo Duarte García de Cortázar, hizo público, el pasado 7 de marzo, un saludo dirigido a las mujeres, pidiendo valorar su aportación a la sociedad y a la familia.
En vísperas de la celebración del Día Internacional de la Mujer, el prelado quiso hacer llegar «a todas las mujeres de nuestra patria un saludo cariñoso y la expresión de nuestro reconocimiento».
En su saludo, monseñor Gonzalo Duarte García de Cortázar, obispo de Valparaíso, destaca en primer lugar que la aportación «de la mujer en nuestra sociedad y particularmente en la vida y misión de la Iglesia a lo largo de toda la historia merece una alta valoración. Necesitamos seguir haciendo camino para que su identidad y misión en el mundo aparezcan en todo su esplendor».
Este día, añade el saludo, «nos permite volver una vez más la mirada al proyecto creador de Dios. El Dios de la vida ha confiado a la mujer y al hombre, según sus peculiaridades propias, una específica vocación y misión en la Iglesia y en el mundo».
«En la mujer reconocemos a la principal acogedora de la vida, transmisora de la fe, defensora de la familia que, desde su ser femenino, construye también con fuerza, valor, belleza, alegría y decisión tanto la comunidad civil como la eclesial», subraya.
El texto contiene también un especial reconocimiento «a todas las mujeres que, incluso en situaciones difíciles, han acogido la maternidad: mamás casadas y mamás solteras. También expresamos nuestra palabra agradecida a las mujeres consagradas, que manifiestan el rostro maternal y misericordioso de la Madre Iglesia».
«Mujer y varón son corresponsables de la construcción del presente y futuro de nuestra sociedad humana -subraya--. Por eso no debemos escatimar esfuerzos en potenciar una legítima y sana relación basada en la igual dignidad con la que fuimos creados, que se construya desde la reciprocidad y colaboración mutua» .
El texto pide solidaridad «ante el dolor que sufren tantas mujeres vulneradas en su dignidad». Y en este sentido recuerda que Benedicto XVI nos ha dicho recientemente que «aún persiste una mentalidad machista, que ignora la novedad del cristianismo, el cual reconoce y proclama la igual dignidad y responsabilidad de la mujer con respecto al hombre. Hay lugares y culturas donde la mujer es discriminada o subestimada por el solo hecho de ser mujer, donde se recurre incluso a argumentos religiosos y a presiones familiares, sociales y culturales para sostener la desigualdad de los sexos, donde se perpetran actos de violencia contra la mujer, convirtiéndola en objeto de maltratos y de explotación en la publicidad y en la industria del consumo y de la diversión. Ante fenómenos tan graves y persistentes, es más urgente aún el compromiso de los cristianos de hacerse por doquier promotores de una cultura que reconozca a la mujer, en el derecho y en la realidad de los hechos, la dignidad que le compete» .
Y concluye pidiendo a María, Madre de Dios y nuestra Madre, «que nos ayude a velar siempre por la dignidad de toda persona humana, a avanzar en los caminos de reconocimiento e igualdad y a valorar con profundidad las diferencias que complementan y enriquecen la obra creadora de Dios».
Por Nieves San Martín

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