miércoles, 19 de marzo de 2008

Mujer del Año en La Matanza - Diócesis de San Justo y Dioc. Laferrere

Elección de la Mujer Matancera
“Perla”, la presidenta de la Obra del Padre Mario, fue elegida entre otras cuarenta postulantes.

Las autoridades de la Secretaría de Cultura y Educación decidieron abrir la elección a toda la comunidad matancera e invitaron a Entidades de Bien Público, instituciones, Organismos Oficiales, ONGs., etc., a que enviaran postulantes. La convocatoria surgió de las autoridades del gobierno provincial, a través del Director de Casas de Provincia, Rodolfo Valenta. Una comisión seleccionó entre 40 currículums que llegaron a la Secretaría. Luego, de varias preselecciones, se acordó por votación elegir a Aracelis Gallardo, Presidenta de la Fundación Nuestra Señora del Hogar, Obra del Padre Mario Pantaleo.
“Perla”, como la conocen todos, fue la mujer que representó a La Matanza el 7 de marzo cuando en la Casa de la Provincia de Buenos aires se conmemoró el Día Internacional de la Mujer.

Valoración a la Mujer de nuestra sociedad

«La aportación de la mujer en nuestra sociedad merece una alta valoración»
Saludo del presidente de los obispos chilenos en el Día de la Mujer
SANTIAGO DE CHILE, miércoles, 12 marzo 2008 (ZENIT.org).- El presidente en ejercicio de la Conferencia Episcopal de Chile, monseñor Gonzalo Duarte García de Cortázar, hizo público, el pasado 7 de marzo, un saludo dirigido a las mujeres, pidiendo valorar su aportación a la sociedad y a la familia.
En vísperas de la celebración del Día Internacional de la Mujer, el prelado quiso hacer llegar «a todas las mujeres de nuestra patria un saludo cariñoso y la expresión de nuestro reconocimiento».
En su saludo, monseñor Gonzalo Duarte García de Cortázar, obispo de Valparaíso, destaca en primer lugar que la aportación «de la mujer en nuestra sociedad y particularmente en la vida y misión de la Iglesia a lo largo de toda la historia merece una alta valoración. Necesitamos seguir haciendo camino para que su identidad y misión en el mundo aparezcan en todo su esplendor».
Este día, añade el saludo, «nos permite volver una vez más la mirada al proyecto creador de Dios. El Dios de la vida ha confiado a la mujer y al hombre, según sus peculiaridades propias, una específica vocación y misión en la Iglesia y en el mundo».
«En la mujer reconocemos a la principal acogedora de la vida, transmisora de la fe, defensora de la familia que, desde su ser femenino, construye también con fuerza, valor, belleza, alegría y decisión tanto la comunidad civil como la eclesial», subraya.
El texto contiene también un especial reconocimiento «a todas las mujeres que, incluso en situaciones difíciles, han acogido la maternidad: mamás casadas y mamás solteras. También expresamos nuestra palabra agradecida a las mujeres consagradas, que manifiestan el rostro maternal y misericordioso de la Madre Iglesia».
«Mujer y varón son corresponsables de la construcción del presente y futuro de nuestra sociedad humana -subraya--. Por eso no debemos escatimar esfuerzos en potenciar una legítima y sana relación basada en la igual dignidad con la que fuimos creados, que se construya desde la reciprocidad y colaboración mutua» .
El texto pide solidaridad «ante el dolor que sufren tantas mujeres vulneradas en su dignidad». Y en este sentido recuerda que Benedicto XVI nos ha dicho recientemente que «aún persiste una mentalidad machista, que ignora la novedad del cristianismo, el cual reconoce y proclama la igual dignidad y responsabilidad de la mujer con respecto al hombre. Hay lugares y culturas donde la mujer es discriminada o subestimada por el solo hecho de ser mujer, donde se recurre incluso a argumentos religiosos y a presiones familiares, sociales y culturales para sostener la desigualdad de los sexos, donde se perpetran actos de violencia contra la mujer, convirtiéndola en objeto de maltratos y de explotación en la publicidad y en la industria del consumo y de la diversión. Ante fenómenos tan graves y persistentes, es más urgente aún el compromiso de los cristianos de hacerse por doquier promotores de una cultura que reconozca a la mujer, en el derecho y en la realidad de los hechos, la dignidad que le compete» .
Y concluye pidiendo a María, Madre de Dios y nuestra Madre, «que nos ayude a velar siempre por la dignidad de toda persona humana, a avanzar en los caminos de reconocimiento e igualdad y a valorar con profundidad las diferencias que complementan y enriquecen la obra creadora de Dios».
Por Nieves San Martín

Mujer del Año en Diócesis de Florencio Varela

Leonor Valdez, miembro del equipo de sectores de la Acción Católica de Quilmes, fue elegida como "Mujer del Año" en el rubro de Acción Social, por su larga tarea como capacitadora rural. El acto de premiación se realizó en La Patriótica, centro institucional ubicado en el centro de Florencia Varela, en el Día internacional de la Mujer.La distinción la otorga el Concejo Deliberante de ese municipio, que también reconoce la acción de mujeres en el campo de la comunicación, la política y la acción dirigencial.Leonor desarrolla esa tara desde hace 18 años, en el transcurso de los cuales se integró al sector Rurales de la diócesis sureña. Tiene 50 años, está casada, y es madre de cuatro hijos y abuela de dos nenas. Realiza su acción a través del Instituto de Desarrollo Social que depende del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).La Acción Católica Argentina quiere resaltar su tarea y lo hará en el Encuentro Nacional de Dirigentes, que se realiza este fin de semana en Luján.

viernes, 7 de marzo de 2008

Para todas las mujeres, en sus diversos roles y en sus actividades que el éxito y el amor coronen sus esfuerzos
FELIZ DÍA DE LA MUJER LES DESEA

Lidia
Sector de Trabajadores de Acción Católica

EL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER...TRABAJADORA - 8 de Marzo

Distintas versiones con mayor o menor rigor histórico relatan el
origen del 8 de marzo como "día internacional de la mujer trabajadora" .

La más divulgada refiere que a raíz de una serie de reclamos,
las costureras de la Sirtwood Cotton Textile Factory, en Nueva York
ocuparon la fábrica. Los dueños ordenaron cerrar las puertas con candado,
dejando a las mujeres dentro. Pero se produce un voraz incendio y mueren
129 huelguistas. Era el 8 de marzo de 1857.

Otros autores y autoras revisionistas señalan que la
conmemoración proviene de que en 1867, con un claro reclamo por
mejores condiciones de vida, igualdad de salario, disminución de
la jornada laboral a 10 horas, permiso para amamantar a los hijos,
rechazo al trabajo infantil y sobre todo derecho a la agremiación
sindical, 40.000 costureras de varias empresas de Nueva York
comenzaron una huelga general el 5 de marzo de 1867.
Aunque finalizó tres meses después sin lograr ninguna reivindicación,
la contundencia de la movilización marcó un mojón de
indudable importancia.

Las mujeres del Partido Socialista Norteamericano
decidieron a partir de 1908, con el nombre de "Día de la Mujer"
realizar una jornada intensa de reflexión y acción, dedicadas
sobre todo a lograr el sufragio femenino, la erradicación de la
esclavitud sexual, los derechos laborales y una política en
contra de la guerra.

SUFRAGIO FEMENINO Y LOS DERECHOS DE LAS TRABAJADORAS

La Segunda Conferencia de Mujeres Socialistas que
tuvo lugar en Copenhague, Dinamarca, el 27 de agosto de 1910
estableció el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer
Trabajadora, aunque abarcando todo el abanico de derechos que
el movimiento femenino planteaba en la primera década del
siglo XX.

Con todo, en Europa, el primer Día Internacional de
la Mujer se celebró el 19 de marzo de 1911, en Alemania, Austria
y Dinamarca. Las alemanas eligieron ese día porque en fecha
similar en 1848 el Rey de Prusia, amenazado con un alzamiento
armado, prometió una serie de reformas,incluyendo una incumplida
promesa de reconocer el derecho del voto femenino.
Para organizar dicha celebración en 1911 se repartieron, sólo en
Alemania, un millón de volantes de publicidad.

Una semana después, el 25 de marzo, más de 140 jóvenes
trabajadoras, en su mayoría inmigrantes italianas y judías murieron
en el incendio de la fábrica Triangle, en la ciudad de Nueva York,
lo que puso de manifiesto las deplorables condiciones laborales que
produjeron la tragedia.

En el ambiente de la Primera Gran Guerra se encuentran
dos vertientes de reclamos muchas veces pronunciadamente separadas:
mientras unos grupos insisten en la igualdad política del sufragio,
otros incluyen la igualdad de los derechos sociales y laborales.

En Rusia, como reacción ante los 2 millones de soldados
rusos muertos en la Primera Gran guerra, las mujeres de ese país
eligieron el último domingo de febrero de 1917 para declararse en
huelga en demanda de "pan y paz".

Los dirigentes políticos criticaron la oportunidad de la
movilización, pero las mujeres se pronuncieron de todos modos
en medio de un ambiente sumamente convulsionado.

Cuatro días después el Zar se vio obligado a abdicar y el
gobierno provisional concedió a las mujeres el derecho de voto. Según
el calendario juliano en vigencia en Rusia, esto ocurrió el 23 de
febrero, es decir el 8 de marzo según el calendario gregoriano utilizado
en los demás países europeos.

LAS TRABAJADORAS ARGENTINAS A COMIENZOS DEL SIGLO XX

La socióloga María del Carmen Feijoo, encargada del enlace del
Fondo de Población de las Naciones Unidas en Argentina nos recuerda
que en 1904, Gabriela de Laperriere de Coni, en su función de
inspectora voluntaria de talleres y fábricas presenta un detallado
informe dirigido al Intendente de la Ciudad de Buenos Aires, sobre
las tremendas condiciones del trabajo femenino en los incipientes
establecimientos industriales, sobre todo en las fábricas de
arpillera.

"Muchos me ha preocupado - decía la informante - este
gremio de trabajadoras. Porque esta industria es perjudicial a la
salud por la cantidad de peluza que desprende la arpillera en sus
diversas manifestaciones. Esa peluza, en extremo difusible cubre
por completo el vestido de las obreras, a tal punto que se tapan
la cabeza con un pañuelo para no ensuciarse el cabello. Sobre
algunas, vestidas de luto, he podido comprobar la cantidad enorme
de filamentos que cubrían sus ropas."

El informe agrega también otros problemas por los
precarios lugares del trabajo: galpones de chapa que aumentan el
calor en verano y el frío en invierno, el uso de poleas y cintas de
las maquinarias sin protección, la presencia de niños y niñas de
corta edad, los horarios prolongados y los grandes riesgos para la
salud pulmonar procedente de la ausencia de ventilación adecuada.

En esa época Alicia Moreau de Justo impulsa una amplia
campaña por el voto femenino, pero recién en 1947, bajo el primer
gobierno de Juan Domingo Perón, y con la fuerte influencia de su
esposa, María Eva Duarte las mujeres logran los derechos legales a
la plena participación política. En la década del 90 se instala el
cupo femenino, de tal manera que al menos los dos tercios de los
cargos electivos deben presentar candidatas, es decir,
ocupados por quienes pertenecen al sexo femenino..

LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS Y LAS CIFRAS DEL SIGLO XXI

La creciente presencia de las mujeres en todos los
ámbitos de la vida es señalada en 1963 por el papa Juan XXIII en su
encíclica Paz en la tierra como uno de los signos de los tiempos que
caracterizan esa época en el que también aparecen el protagonismo social
de las clases trabajadoras y la supresión del colonialismo político:
"La mujer ha adquirido una conciencia da día más clara de su propia
dignidad humana. Por ello no tolera que se la trate como una cosa
inanimada o mero instrumento, exige, por el contrario, que tanto en
el ámbito de la vida familiar como en el de la vida pública, se le
reconozcan los derechos y obligaciones propios de la persona
humana".

Unos diez años más tarde, en 1975, con motivo del Año
Internacional de la Mujer, la Organización de las Naciones Unidas
dispone celebrar el 8 de marzo como "Día Internacional de la Mujer",
universalizando así una jornada que ha sido el resultado de la
confluencia de diversos factores, acontecimientos y reclamos ocurridos
en muchos casos hace ya más de un siglo pero que aún hoy conservan su
vigencia.

Así lo demuestran algunas estadísticas que señalan que
según el Censo del 2001, el 52,5% de la población del país son mujeres.
Representan el 40% de la fuerza laboral, pero ganan 34% menos que los
varones, trabajando generalmente en puestos de menor jerarquía.
Por contrapartida, el 40% de desocupados con alto nivel educativo
son mujeres.

El 30% de los hogares es mantenido por mujeres; y el 40%
de las que trabajan los hacen en el comercio y en el servicio doméstico.
Luego le siguen actividades docentes, servicios personales, comunitarios
y en el ámbito de la salud. Históricamente, la presencia de las mujeres
en la educación ha sido muy alta, conservando actualmente un 80% en el
plantel de la enseñanza.

Finalmente, según datos de la policía de la provincia de
Buenos Aires, el 68% de las asesinadas mueren por la acción criminal de
un varón conocido: novio, esposo o amante.: abriéndose así el capítulo de
la violencia familiar.

MUJERES EN MOVILIZACIÓN CONSTANTE

Con motivo del Día Internacional de la Mujer del año pasado, el
entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan afirmaba
que "la comunidad internacional está empezando por fin a comprender un
principio fundamental: las mujeres se ven igual de afectadas que los
hombres por los problemas que afronta la humanidad en el siglo XXI, en
el desarrollo económico y social y en la paz y la seguridad. Y a menudo
resultan más afectadas. Por tanto, es justo y verdaderamente necesario
que las mujeres participen en los procesos de adopción de decisiones en
todos los ámbitos, con el mismo vigor y en números iguales.

Además, el mundo está empezando a entender que no hay
política más eficaz para promover el desarrollo, la salud y la educación
que el empoderamiento de las mujeres y las niñas. Y me atrevería a decir
que ésta es también la política más importante para prevenir conflictos
y lograr la reconciliación una vez terminados los conflictos.

Hemos logrado avances dignos de celebración en lo que
respecta a la representació n de la mujer en todo el mundo. En enero de
este año, la proporción de mujeres en los parlamentos nacionales alcanzó
un nuevo máximo mundial. Hay ahora 11 mujeres Jefas de Estado o de
Gobierno, en países de todos los continentes. Y tres países -Chile, España
y Suecia- tienen ahora gobiernos con paridad entre los géneros. Pero aún
nos queda mucho por hacer.
Los progresos generales son lentos. Cabe recordar que en algunos
países el aumento del número de mujeres en puestos de adopción de
decisiones no ha sido fortuito, sino que a menudo es el resultado de
iniciativas institucionales y electorales, como el establecimiento de
objetivos y cuotas, el compromiso de los partidos políticos y una
movilización constante. También es el resultado de medidas concretas
y concertadas para mejorar el equilibrio entre la vida personal y laboral.
Son éstas lecciones que todos los países y las Naciones Unidas, deben
tomar muy en serio".

El reconocimiento del vigor con que varones y mujeres vamos
ocupando nuevos roles en el siglo XXI llevan a descubrir que la
comercializació n del Día de la Mujer, respondiendo a gustos más basados
en el consumo y la moda que en necesidades sociales, es el aspecto
exterior y publiciatario de una celebración mucho más intensa, resultado
de un largo proceso de luchas, reclamos, y conflictos que recién se ha
iniciado.

Profesor Eduardo A. González.

martes, 4 de marzo de 2008

Mujer y Trabajo

Paola Delbosco

La mujer ha ocupado en las últimas décadas cada vez más lugares en el mundo del trabajo. Este indudable avance coexiste con el desafío de armonizar la vida laboral y la familiar.

Mucho ha sido dicho y escrito sobre la relación de la mujer y el trabajo en el mundo contemporáneo; por eso empezaré con una necesaria aclaración histórica: la mujer siempre trabajó.
Esta afirmación sirve para centrar el problema en su justa dimensión, dado que a menudo se define nuestra época como la que permitió el trabajo femenino.

El trabajo lejos del hogar

Es verdad que la revolución industrial, sobre todo durante el siglo XIX, significó un cambio extraordinario en el campo laboral –lo que no quiere decir que haya sido extraordinariamente bueno ni para varones ni para mujeres- por la masiva incorporación de asalariados y asalariadas al trabajo industrial.
El primer efecto fue la separación del lugar del trabajo respecto de la vivienda, cuando antes se trabajaba en el mismo lugar en que se vivía. Esto produjo una rápida y altamente desordenada urbanización, con la aparición de aglomeraciones de viviendas precarias, carentes de servicios y mínimas comodidades. Claro que la alternativa era el hambre, por lo cual no criticaré el trabajo en sí, pero sí sus condiciones. En cuanto a la vida familiar, que generalmente constituye la mejor defensa contra la pobreza y la enfermedad, el hecho de que las mujeres pudieran aportar algún beneficio económico al hogar sería seguramente positivo, a pesar de que se pagó por él un alto precio, que fue el virtual abandono del hogar por parte de padres y madres por casi todo el día, o, como alternativa nacida del mismo problema, la incorporación prematura de la niñez al trabajo asalariado.
Las novedades sobre el trabajo de la mujer hacia fines del siglo XIX y sobre todo durante el siglo XX consistieron en la incorporación de la mujer al trabajo profesional, que implicó la apertura de la educación superior a la población femenina, primero de los institutos terciarios y después de las universidades, aunque no todas las facultades. Las primeras profesiones femeninas tenía que ver con la atención a las personas, así que se trató sobre todo de formar a enfermeras especializadas y a maestras y profesoras. Después fueron cayendo una a una las barreras culturales que impedían el ingreso femenino a determinadas carreras, y las universidades fueron admitiendo a las mujeres en todas sus especialidades, no sin que éstas tuvieran que vencer ulteriores obstáculos en sus compañeros, profesores o futuro clientes.
Ahora el panorama es muy diferente y las dificultades son también distintas. Siguen persistiendo algunos prejuicios respecto de la idoneidad femenina en determinadas especialidades, como por ejemplo la cirugía o la industria pesada, pero hay mujeres que se desempeñan en prácticamente todas las tareas y los niveles directivos posibles, seguramente con mayor presencia donde esté en juego el contacto con las personas.
Lo interesante de la cuestión no es tanto derribar los últimos prejuicios existentes contra una igualdad de oportunidades entre varones y mujeres –en algunos países europeos han creado inclusive un misterio que se ocupa precisamente de eso- sino en mejorar la relación entre el trabajo y la vida personal y familiar, dado que el riesgo cultural actual no es la exclusión de la mujer del mundo del trabajo, sino el sacrificio de la persona y de la familia en aras a la productividad.
Es lógico pensar que en un país económicamente inestable como la Argentina tener trabajo es ya de por sí un bien, así que uno agradece y no tiene pretensiones. Sin embargo ya se oyen quejas cada vez más frecuentes sobre la dificultad de conciliar la vida laboral con la vida familiar, y suele ser la mujer la que se queja más, por sentirse más directamente implicada en las problemáticas de la casa, pero también los hijos y los maridos son parte interesada en un cambio cultural a favor de un trabajo integrado armoniosamente con los otros aspectos de la vida de la persona.
En la Argentina aumenta cada año la cantidad de mujeres que trabajan fuera de su hogar, y este número se incrementa en la medida en que nos dirigimos a una generación más joven: las chicas que empiezan ahora su vida adulta ya no tienen como prioridad casarse y tener hijos, sino que aspiran a conseguir un buen empleo por el cual acceder a los bienes que esta cultura promete –y exige-. En esta aspiración las diferencias sociales y de educación influyen sobre el panorama de posibles alternativas laborales, pero no sobre las metas: el éxito de una vida, tanto de la mujer como del varón, tiende a medirse por el beneficio económico o la rapidez del ascenso dentro de la organización laboral, y no tanto por otros factores ligados al desarrollo personal y afectivo.
Lo que antes parecía ser la modalidad masculina de presencia en el mundo, ligada al reconocimiento público de lo que uno sabe hacer, es ahora también un parámetro femenino de medición de la propia capacidad.
Hasta aquí nada raro, sino un cambio coherente con la modificación del acceso a la educación y al trabajo profesional, que hace pesar más lo que podríamos llamar la vida pública sobre la vida privada. Sin embargo la vida tienen los dos aspectos, fuertemente interconectados.
Por esta razón identificamos algunos elementos de preocupación que surgen de la preponderancia que la cultura actual está dando al desarrollo de la carrera laboral por sobre el desarrollo personal y familiar.

Aportar desde la diferencia

En primer lugar es interesantes señalar que, en el esfuerzo de asimilación de las mujeres al mundo del trabajo remunerado, aspirando a una igual remuneración que los varones, éstas han tenido la tendencia a borrar toda diferencia con respecto a los hombres para manifestar su plena aptitud para cualquier tipo de actividad.
En esa nivelación de diferencias se han perdido quizás ciertos aspectos positivos de lo femenino, de los cuales el mundo tiene hoy una urgente necesidad; podríamos definir rápidamente esas capacidades diferenciales como servicio a la persona.
Para asegurarnos que esta afirmación no sea atribuida a la supervivencia de prejuicios, nos apoyamos en evidencias científicas recientes sobre cierto diferente funcionamiento del cerebro femenino con respecto al masculino, que repercute lógicamente también el la conducta y en la capacidad para interactuar.
La clave de las diferencias parece depender de un mayor desarrollo relativo del cuerpo calloso, ese conjunto de fibras que une los dos hemisferios cerebrales. En la mujer se ha constatado un desarrollo de hasta un 12% mayor que en el varón. Una de las funciones que mejoraría esa mayor extensión del cuerpo calloso es el intercambio de información y de actividad entre los dos hemisferios que habilita para la comprensión de aspectos humanos complejos de las situaciones. Se destacaría, por ejemplo, la capacidad de comprender el estado emocional del otro, así como una especial aptitud por tener en cuenta numerosos detalles del contexto, que pueden dar un panorama más preciso de una situación.
La mujer tendría así un mejor rendimiento comparativo en tareas como la comunicación, la orientación, el trabajo en equipo, cierta forma de liderazgo ligada al desarrollo de los demás.
Si la integración de la mujer al mundo del trabajo implica la pérdida de sus capacidades diferenciales, podemos afirmar que el mundo del trabajo en general se empobrece. Frente aun panorama más complejo de relaciones entre personas, o entre países y culturas diferentes, perder el punto de vista femenino y sus capacidades propias no es oportuno.

Presencia en la casa

Un segundo aspecto que hay que tener en cuenta para buscar soluciones es que la presencia femenina cada vez más numerosa en todo tipo de trabajo tiene como contrapartida una casa con cada vez menos presencia de mujeres. Se me puede objetar que esto sucede también con el varón, a lo que contestaré que es verdad, y que quizás la actual creciente ausencia de mujeres en el hogar nos hará finalmente buscar una solución para que también el varón recupere su tiempo para la familia.
Ignorar la importancia de la familia para la sociedad es someterse a una ideología abstractamente individualista, según la cual la vida de cada uno es independiente de la de los demás, y el progreso profesional y económico será tanto mayor cuanto más autónoma sea la persona de exigencias de otros.
Sin duda la familia es una estructura orgánica de la sociedad, por la cual ésta crece y transmite sus valores y su cultura. Si funciona medianamente bien, el recambio generacional va a ser de buena calidad, con personas capaces de convivir e interactuar generosa y eficazmente. Por eso la familia en general y la maternidad en particular son dignas de ser protegidas.
Por su parte el mundo del trabajo, como aspecto integrante de la sociedad, debe estructurarse de tal manera que la persona pueda vivir una vida personal y familiar satisfactoria. Hasta ahora parecía que la familia debía ser sacrificada en aras de la total disponibilidad para el trabajo; el ingreso de muchas mujeres al mundo del trabajo ha modificado esto, porque han sido ellas – más que ellos- las que han reclamado más tiempo para la familia. En realidad tanto el varón como la mujer se benefician si hay más flexibilidad y más reconocimiento de las necesidades personales y familiares, pero el reclamo ha sido más una iniciativa femenina –por motivos ligados a los embarazos, la lactancia y la crianza de hijos pequeños- que masculina. Ahora se trata de una nueva cultura de conciliación entre ambos espacios. Si bien estamos recién en los comienzos, ¡Bienvenida!.

Redistribuir los tiempos y las tareas

Veamos ahora algunos números de este cambio cultural. En una encuesta hecha por el proyecto CONFyE (Conciliación Familia y Empresa) del IAE- Universidad Austral, a la que respondieron 576 mujeres jóvenes, la mayoría con hijos o embarazadas, encontramos estos porcentajes sugerentes.

Redistribuir los tiempos y las tareas

Veamos ahora algunos números de este cambio cultural. En una encuesta hecha por el proyecto CONFyE (Conciliación Familia y Empresa) del IAE- Universidad Austral, a la que respondieron 576 mujeres jóvenes, la mayoría con hijos o embarazadas, encontramos estos porcentajes sugerentes.

Distribución del tiempo
Las mujeres que trabajan fuera de su casa dedican a los hijos el 33.6% si trabajan part-time y 27,% si trabajan por tiempo completo;
§ La mujer que trabaja fuera de su casa dedica sólo un 2% de tiempo a ella misma y un 4% a estar con el marido sin los hijos;
§ Al trabajo dedican el 21,8% (part-time) y el 31,9% (tiempo completo);
§ A las tareas domésticas se dedica el 12% (part-time) o el 7,8% (tiempo completo);

Valoración del trabajo de la mujer por parte de los maridos

§ El 81% valora que la mujer tenga su trabajo, y el 76% lo valora tanto como el propio;
§ El 54% de los maridos ayuda espontáneamente en la crianza de los hijos y lo hace el 64% si su ayuda es requerida;
§ El 63% de los maridos ayuda en las tareas domésticas.

En cuanto a las responsabilidades, el 51% se queja de no poder satisfacer plenamente las de la familia, contra el 64% que se queja respecto de las laborales.
De las encuestadas, el 51% trabaja por necesidades económicas y el 34% para desarrollarse profesionalmente. Como se trata de una encuesta que implica el acceso a Internet, no es representativa de la población total de la Argentina, pero sí es indicativa de la población urbana.
Una conclusión que se puede extraer de estos porcentajes es que la vida familiar se ve reducida en los tiempos, pero que está empezando a sumar más a los padres; por otra parte el trabajo de la mujer es menos resistido por parte de los maridos y es a menudo reconocido y valorado, no sólo por sus resultados económicos.
Falta mucho para que el trabajo de varones y mujeres sea plenamente compatible con una vida familiar satisfactoria. Se trata de una prioridad personal y social, porque de la calidad del mundo del trabajo –y esa calidad se mide en términos de la plenitud de las personas- depende la calidad de vida de la comunidad.

Recopilación Revista Signo.

La verdadera amistad

La verdadera amistad
Predicador del Papa: La verdadera amistad
Comentario del padre Cantalamessa a la liturgia del próximo domingo
ROMA, viernes, 20 julio 2007 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap. -predicador de la Casa Pontificia- a la liturgia del próximo domingo.
* * *
XVI Domingo del Tiempo Ordinario (C)
Génesis 18, 1-10a; Colosenses 1, 24-28; Lucas 10, 38-42

Los amigos de Jesús
«En aquel tiempo, Jesús entro en un pueblo, y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres». La aldea es Betania y la casa es la de Lázaro y sus dos hermanas. En ella a Jesús le gustaba detenerse y descansar cuando desarrollaba su ministerio cerca de Jerusalén.

A María le parecía increíble tener al Maestro, por una vez, todo para ella, poder escuchar en silencio las palabras de vida eterna que Él decía hasta en los momentos de descanso. Así que ella se acurrucaba a sus pies para escucharle, como se acostumbra todavía en Oriente. No es difícil imaginar el tono, entre resentido y bromista, con el que Marta, pasando ante los dos, le dice a Jesús (¡pero también para que lo oiga su hermana!: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude».

Fue en este momento cuando Jesús pronunció una palabra que por sí sola constituye un pequeño evangelio: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será arrebatada».

La tradición ha visto en las dos hermanas el símbolo, respectivamente, de la vida activa y de la vida contemplativa; la liturgia, con la elección de la primera lectura (Abraham, que acoge a los tres ángeles en la encina de Mambré), muestra que ve en el episodio un ejemplo de hospitalidad. Considero, sin embargo, que el tema más evidente es el de la amistad: «Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro» se lee en el Evangelio (Jn 11,5); cuando le dan la noticia de la muerte de Lázaro, dice a los discípulos: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle» (Jn 11,11). Ante el dolor de las dos hermanas, rompe a llorar Él también, tanto que los presentes exclaman: «¡Mirad cómo le amaba!» (Jn 11,36). Es muy bello y consolador saber que Jesús ha conocido y cultivado ese sentimiento tan precioso para los hombres que es la amistad.

De la amistad se debe decir lo que San Agustín afirmaba del tiempo: «Sé qué es el tiempo, pero si alguien me pide que se lo explique, ya no lo sé». En otras palabras, es más fácil intuir qué es la amistad que explicarlo con palabras. Es una atracción recíproca y un entendimiento profundo entre dos personas, pero no basada en el sexo, como lo es el amor conyugal. Es la unión de dos almas, no de dos cuerpos. En este sentido, los antiguos decían que la amistad es tener «una sola alma en dos cuerpos». Puede constituir un vínculo más fuerte que el parentesco. Éste consiste en tener la misma sangre en las venas; la amistad en tener los mismos gustos, ideales, intereses.

Es esencial para la amistad que se funde en una búsqueda común de lo bueno y de lo honesto. Lo que existe entre personas que se unen para hacer el mal no es amistad, sino complicidad, es «asociarse para delinquir», como se dice judicialmente.

La amistad es diferente también del amor al prójimo. Éste debe abrazar a todos, incluso a quien no te quiere, también al enemigo, mientras que la amistad exige reciprocidad, esto es, que el otro corresponda a tu amor.

La amistad se alimenta de confianza, o sea, del hecho de que yo confío a otro aquello que es más íntimo y personal en mis pensamientos y experiencias. A veces digo a los jóvenes: ¿queréis descubrir quiénes son vuestros verdaderos amigos y hacer una graduación entre ellos? Intentad recordar cuáles son las experiencias más secretas de vuestra vida, positivas o negativas; observad a quiénes las habéis confiado: esos son vuestros verdaderos amigos. Y si hay algo de vuestra vida tan íntimo que lo habéis revelado a una sola persona, esa es vuestro mayor amigo o amiga.

La Biblia está llena de elogios a la amistad: «El amigo fiel es seguro refugio; el que le encuentra, ha encontrado un tesoro» (Si 6, 14 ss). La prueba de la verdadera amistad es la fidelidad. «Se acabaron los dineros, se acabaron los amigos», dice un popular refrán. No es auténtica amistad la que decae a la primera dificultad del amigo. El verdadero amigo se ve en la prueba. La historia está llena de casos de grandes amistades inmortalizadas por la literatura; y también la historia de la santidad conoce ejemplos de amistades famosas.

Un problema delicado acerca de la amistad es si ésta es posible también una vez que se está casado. No está dicho que se deba cortar tajantemente con todas las amistades cultivadas antes del matrimonio, pero ciertamente se requiere una reorganización, so pena de dificultades y crisis en la pareja.

Las amistades más seguras son las que se cultivan juntos, como pareja. Entre las amistades cultivada separadamente, aquellas con personas del propio sexo crearán menos problemas que las de sexo distinto. Frecuentemente en estos casos es castigada la presunción, el hecho de creerse por encima de toda sospecha y de todo peligro. Películas con títulos del tipo: «La mujer de mi mejor amigo» hablan del tema... Pero aparte de este hecho extremo, se crean problemas prácticos serios. El amigo no puede tener más importancia que el cónyuge. No se puede salir todas las noches con los amigos dejando al otro (¡con mayor frecuencia a la otra, a la esposa!) solo en casa.

También para las personas consagradas las amistades más seguras son las compartidas con el resto de la comunidad. Hablando de Lázaro, Jesús no dice «mi amigo Lázaro», sino «nuestro amigo Lázaro». Lázaro y sus hermanas se habían hecho amigos también de los apóstoles, según el célebre principio «los amigos de mis amigos son mis amigos». Así eran las grandes amistades entre algunos santos, por ejemplo, entre Francisco de Asís y Clara. Francisco es hermano y padre de todas las religiosas; Clara es la hermana y la madre de todos los frailes.