martes, 4 de marzo de 2008

Aportar desde la diferencia

En primer lugar es interesantes señalar que, en el esfuerzo de asimilación de las mujeres al mundo del trabajo remunerado, aspirando a una igual remuneración que los varones, éstas han tenido la tendencia a borrar toda diferencia con respecto a los hombres para manifestar su plena aptitud para cualquier tipo de actividad.
En esa nivelación de diferencias se han perdido quizás ciertos aspectos positivos de lo femenino, de los cuales el mundo tiene hoy una urgente necesidad; podríamos definir rápidamente esas capacidades diferenciales como servicio a la persona.
Para asegurarnos que esta afirmación no sea atribuida a la supervivencia de prejuicios, nos apoyamos en evidencias científicas recientes sobre cierto diferente funcionamiento del cerebro femenino con respecto al masculino, que repercute lógicamente también el la conducta y en la capacidad para interactuar.
La clave de las diferencias parece depender de un mayor desarrollo relativo del cuerpo calloso, ese conjunto de fibras que une los dos hemisferios cerebrales. En la mujer se ha constatado un desarrollo de hasta un 12% mayor que en el varón. Una de las funciones que mejoraría esa mayor extensión del cuerpo calloso es el intercambio de información y de actividad entre los dos hemisferios que habilita para la comprensión de aspectos humanos complejos de las situaciones. Se destacaría, por ejemplo, la capacidad de comprender el estado emocional del otro, así como una especial aptitud por tener en cuenta numerosos detalles del contexto, que pueden dar un panorama más preciso de una situación.
La mujer tendría así un mejor rendimiento comparativo en tareas como la comunicación, la orientación, el trabajo en equipo, cierta forma de liderazgo ligada al desarrollo de los demás.
Si la integración de la mujer al mundo del trabajo implica la pérdida de sus capacidades diferenciales, podemos afirmar que el mundo del trabajo en general se empobrece. Frente aun panorama más complejo de relaciones entre personas, o entre países y culturas diferentes, perder el punto de vista femenino y sus capacidades propias no es oportuno.

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