martes, 4 de marzo de 2008

Presencia en la casa

Un segundo aspecto que hay que tener en cuenta para buscar soluciones es que la presencia femenina cada vez más numerosa en todo tipo de trabajo tiene como contrapartida una casa con cada vez menos presencia de mujeres. Se me puede objetar que esto sucede también con el varón, a lo que contestaré que es verdad, y que quizás la actual creciente ausencia de mujeres en el hogar nos hará finalmente buscar una solución para que también el varón recupere su tiempo para la familia.
Ignorar la importancia de la familia para la sociedad es someterse a una ideología abstractamente individualista, según la cual la vida de cada uno es independiente de la de los demás, y el progreso profesional y económico será tanto mayor cuanto más autónoma sea la persona de exigencias de otros.
Sin duda la familia es una estructura orgánica de la sociedad, por la cual ésta crece y transmite sus valores y su cultura. Si funciona medianamente bien, el recambio generacional va a ser de buena calidad, con personas capaces de convivir e interactuar generosa y eficazmente. Por eso la familia en general y la maternidad en particular son dignas de ser protegidas.
Por su parte el mundo del trabajo, como aspecto integrante de la sociedad, debe estructurarse de tal manera que la persona pueda vivir una vida personal y familiar satisfactoria. Hasta ahora parecía que la familia debía ser sacrificada en aras de la total disponibilidad para el trabajo; el ingreso de muchas mujeres al mundo del trabajo ha modificado esto, porque han sido ellas – más que ellos- las que han reclamado más tiempo para la familia. En realidad tanto el varón como la mujer se benefician si hay más flexibilidad y más reconocimiento de las necesidades personales y familiares, pero el reclamo ha sido más una iniciativa femenina –por motivos ligados a los embarazos, la lactancia y la crianza de hijos pequeños- que masculina. Ahora se trata de una nueva cultura de conciliación entre ambos espacios. Si bien estamos recién en los comienzos, ¡Bienvenida!.

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